Esta es la razón de por qué los astronautas se enferman muy seguido

Descubrimiento científico revela por qué los astronautas en el espacio sufren de dolencias recurrentes: las células inmunitarias se vuelven “olvidadizas”, lo que impacta en su capacidad para combatir infecciones, y cómo este hallazgo podría influir en futuras misiones espaciales a la Luna y Marte, con esperanzas de abrir nuevas vías de tratamiento médico en el espacio.

Parece que las células T se ven afectadas por la ingravidez del espacio. Y eso explica por qué los astronautas son menos capaces de combatir las infecciones.

Por fascinantes que sean los viajes espaciales, no están exentos de peligros. El siguiente paso en la exploración del universo son las misiones humanas a la Luna y Marte. Pero eso no va a ser fácil para nuestros cuerpos. 

Sabemos de sobra que el espacio es un entorno extremadamente hostil que supone una amenaza para la salud humana. Por ejemplo, es bien sabido que el sistema inmunitario no funciona especialmente bien en el espacio. Para que las misiones espaciales humanas tengan éxito, es importante que sepamos más al respecto. Y ahora los investigadores creen poder explicar este preocupante fenómeno.

El sistema inmunitario

En los últimos años, se han ido acumulando pruebas de que los astronautas sufren un debilitamiento del sistema inmunitario durante los viajes espaciales. “Esto puede hacerlos más vulnerables a las infecciones”, explica la investigadora Lisa Westerberg. “Además, un virus inactivo en el organismo puede reaparecer de repente”. 

Los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional, por ejemplo, sufren problemas cutáneos con notable frecuencia. Por ejemplo, suelen tener la piel seca, enrojecida y con picores. Y las infecciones cutáneas a veces provocan heridas con pus en las muñecas, los dedos y los pies, por ejemplo. Los trastornos respiratorios también son frecuentes. Por ejemplo, congestión nasal, inflamación de la mucosa nasal, estornudos y laringitis. Y además de las vías respiratorias, otras partes del cuerpo también se vuelven más susceptibles a las infecciones. Por ejemplo, los astronautas también sufren a menudo infecciones de vejiga.

Así pues, parece que el sistema inmunitario de los astronautas cambia por alguna razón mientras se encuentran en la ingravidez del espacio. Y lo preocupante es que algunos de los cambios persisten tras regresar a la Tierra. “Esto se traduce en infecciones recurrentes, trastornos hematológicos, infecciones cutáneas, problemas gastrointestinales y enfermedades autoinmunes”, enumera Westerberg. En la actualidad, los investigadores no comprenden del todo por qué cambia el sistema inmunitario tras pasar un tiempo en el espacio. “Si queremos que los astronautas puedan llevar a cabo misiones espaciales seguras, tenemos que entender cómo y por qué se ve afectado su sistema inmunitario”, señala Westerberg. “Tenemos que intentar encontrar formas de contrarrestar los cambios perjudiciales”.

El experimento

Para ello, los investigadores han intentado simular la ingravidez del espacio mediante un método denominado “inmersión en seco”. Se trata de un modelo terrestre para simular la ingravidez.

Imagen de una célula T
Los investigadores examinaron las células T en la sangre de personas sanas expuestas a la ingravidez simulada. Imagen: Karolinska Institutet

“Para ello, utilizamos una cama de agua hecha a medida”, explica Westerberg. “Al colocar a un sujeto de pruebas en ella, el cuerpo piensa que se encuentra en un estado de ingravidez. Luego examinamos las células T de la sangre de ocho participantes sanos durante un periodo de tres semanas”.

¿Qué son las células T?

Las células T son una parte esencial del sistema inmunitario. Básicamente, son un tipo de glóbulos blancos especializados en reconocer células infectadas por virus. Las células T son, por tanto, células inmunitarias y eliminan una infección, por así decirlo.

Así que en su estudio, los investigadores estudiaron cómo se ven afectadas las células T por la ingravidez. Y los datos muestran que la expresión génica (es decir, qué genes están activos y cuáles no) de las células T cambia significativamente al cabo de siete a 14 días. Parece que las células inmunitarias se vuelven “olvidadizas”. “En realidad, las células se vuelven cada vez un poco más inmaduras”, explica Westerberg. “Notamos el mayor efecto a los 14 días”.

Células T ingenuas

Las células empezaron a parecerse a las llamadas células T ingenuas; especímenes que aún no se han encontrado con ningún invasor. “Esto podría significar que tardan más en activarse”, afirma Westerberg. “Esto las hace menos eficaces en la lucha contra las células tumorales y las infecciones”. 

Al cabo de 21 días, las células T se habían “acostumbrado” a la ingravidez, por lo que su expresión génica casi había vuelto a la normalidad. Pero los análisis realizados siete días después del final del experimento mostraron que la falta de gravedad había desencadenado algo después de todo: algunos cambios habían regresado después de todo.

El estudio proporciona más información sobre cómo las células T y su expresión génica se ven afectadas por los viajes espaciales. Además, los resultados explican por qué los astronautas son más susceptibles a las infecciones y al resurgimiento de virus inactivos. “El efecto se produce probablemente en todas las células inmunitarias”, conjetura Westerberg, “aunque esto requiere más investigación”.

Futuras misiones espaciales

El descubrimiento puede parecer una mala noticia para futuras misiones tripuladas a la Luna y Marte. Varias organizaciones espaciales llevan tiempo acariciando la idea de habitar estos cuerpos celestes. Y esos planes son cada vez más concretos. Sin embargo, Westerberg no ve sus hallazgos como un mal mensaje, sino más bien como el preludio de la solución. “La humanidad tiene un gran afán por desvelar los secretos del universo”, afirma. “Esperamos que nuestra investigación pueda ayudar a identificar lo que se necesita para garantizar la seguridad de los tripulantes durante las largas misiones espaciales a la Luna y Marte”.

Además, el investigador cree que se puede hacer algo para garantizar que el cuerpo humano siga siendo capaz de defenderse de los agentes patógenos en el espacio. “Actualmente, ya se buscan cambios en las células inmunitarias que puedan ser objeto de los llamados compuestos biológicos, que se utilizan para combatir el cáncer, las enfermedades autoinmunes y las alergias”, explica Westerberg. “Nuestros datos identifican algunas proteínas candidatas interesantes que ya están siendo objeto de ensayos clínicos en curso. Por tanto, creemos que esta investigación podría allanar el camino para nuevos tratamientos que deshagan los cambios descubiertos en el ‘programa genético’ de las células inmunitarias”.

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