Las abejas son cada vez más pequeñas debido al cambio climático

Encogimiento de las abejas debido al cambio climático: impacto del calentamiento global en la reducción de su tamaño y función de polinización

Las abejas de una reserva natural española pesan ahora menos que hace unas décadas. El aumento de las temperaturas puede estar eliminando las fuentes de alimento de las abejas, provocando que crezcan menos.

Un estudio a largo plazo de las abejas silvestres en España muestra que estas han ido pesando cada vez menos en los últimos 30 años. Lo más probable es que la causa sea el calentamiento global.

Desde 1990, el ecólogo Carlos Herrera, del Instituto Nacional de Ciencia español, y sus colegas capturaron más de 1700 individuos de abejas, divididos en 137 especies, en el parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Se trata de la mayor reserva natural protegida de España.

Crisis climática

Pesando en el laboratorio las abejas capturadas, el equipo descubrió que perdían alrededor de un 0,7 % de peso corporal cada año desde que comenzó el estudio. Las especies de abejas más grandes perdieron más peso. Perdieron alrededor de un 0,9 % al año. “Por ejemplo, una especie de abeja que pesaba 120 miligramos en 1990 pesa ahora solo 90 miligramos”, explica Herrera.

El hábitat de las abejas está alejado de zonas urbanas y agrícolas y tampoco ha sufrido pesticidas, incendios forestales ni especies exóticas invasoras. Sin embargo, los datos de una estación meteorológica local sí muestran que, desde principios de este siglo, la temperatura máxima media diaria a lo largo del año en la zona ha aumentado 1,4 grados centígrados.

“Este aumento de la temperatura puede ser la causa del encogimiento de las abejas”, afirma Herrera. “Estudios anteriores demostraron que los animales de sangre fría, como las abejas y los peces, maduran más rápido a temperaturas cálidas, lo que les da menos tiempo de crecimiento y los mantiene más pequeños”. Este fenómeno se conoce como la regla de Bergmann.

Hambre entre las abejas

Según la ecóloga Katja Hoogendoorn, de la Universidad de Adelaida (Australia), las abejas también pueden sufrir por falta de alimento. Las abejas se alimentan del polen y el néctar de las flores. Las flores sometidas a estrés térmico pueden producir menos.

“Durante las olas de calor en Australia en 2018 y 2019, tuvimos muchos apicultores quejándose. Ya no podían producir miel porque los eucaliptos dejaron de producir néctar en absoluto o no florecieron en absoluto”, dice.

Polinización en disminución

Otros estudios también han medido que las abejas son cada vez más pequeñas en países como Estados Unidos. “El encogimiento de las abejas es preocupante porque también puede afectar negativamente a la cantidad de polen que una abeja puede transportar”, afirma Herrera. “Esto, a su vez, puede hacer que las poblaciones de abejas disminuyan, lo que permitiría a las abejas polinizar menos plantas”, afirma.

Su equipo estudia actualmente el éxito de las abejas en la fecundación de las plantas del parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, para ver si efectivamente las abejas fecundan menos plantas.

Punto de inflexión

Los investigadores también estudian las poblaciones de abejas de la región durante su investigación sobre la fecundación. Así descubrieron que algunas especies de abejas son cada vez más difíciles de encontrar.

“Al ritmo actual de contracción, las abejas se dirigen hacia un punto de inflexión. Más allá de ese punto de inflexión, el problema ya no es que las abejas disminuyan, sino que toda la población se desplome”, afirma Herrera. “Los datos iniciales sobre las poblaciones de abejas de la zona sugieren que estamos al borde del colapso, y que algunas especies incluso han superado ese punto”.

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