Estas tortugas solo comen en este lugar desde hace 3000 años, pero ahora son amenazadas por el cambio climático

3000 años de patrones alimentarios en tortugas marinas verdes: una relación vital con praderas marinas amenazadas por el cambio climático

Mucha gente tiene un restaurante favorito o confía en cómo prepara la abuela la sopa. Pero las tortugas verdes van aún más lejos. Han estado acudiendo a las mismas praderas marinas del Mediterráneo durante generaciones para darse un festín.

Las tortugas eclosionan junto a sus hermanos en la playa, pero para entonces sus padres ya no aparecen. Se arrastran con dificultad hasta el agua y flotan en el mar cerca de su lugar de nacimiento durante varios años. Las crías no son muy exigentes: comen tanto plantas como animales. Hasta los cinco años no tienen fuerza suficiente para salir a tierra.

Praderas marinas en peligro

Se calcula que solo una de cada mil crías de tortuga marina llega a la edad adulta. En sus primeras horas, pueden ser devoradas por pájaros, cangrejos, perros y otros animales. Una vez en el agua, los peces también se convierten en sus enemigos, y algunas mueren debido a las capturas accidentales, la contaminación y la caza furtiva. 

Los afortunados que sobreviven a este campo de minas nadan hasta la misma zona donde lo hicieron sus padres. A partir de ese momento, solo comen la hierba marina de esta parte concreta del Mediterráneo. La ecóloga histórica, Willemien de Kock, descubrió este fascinante patrón alimentario combinando hallazgos arqueológicos con muestras recientes de piel y datos modernos obtenidos por satélite.

Sin embargo, la existencia de la tortuga verde está amenazada. En la costa oriental del Mediterráneo, los nidos del animal están siendo protegidos activamente por voluntarios. “Actualmente, dedicamos mucha energía a proteger a las pequeñas”, explica De Kock, “pero no protegemos el lugar donde pasan la mayor parte del tiempo: las praderas marinas”. El científico aboga porque esto cambie, ya que son precisamente estas praderas marinas las que están amenazadas por el cambio climático.

Análisis de huesos antiguos

De Kock tenía a su disposición cajas llenas de restos de tortugas marinas del Mediterráneo, que previamente habían sido excavadas y analizadas por su supervisora, Canan Çakırlar. “Todo lo que tuve que hacer fue excavar en algunas cajas”, dijo De Kock. Tras analizar los huesos, pudo distinguir dos especies: la tortuga verde y la tortuga carey. También pudo determinar la dieta de los animales analizando el colágeno del hueso con un espectrómetro de masas. “Una planta puede contener más carbono-12, más ligero, que otra, que en realidad contiene más carbono-13, más pesado”, explica. “Como el carbono no cambia cuando el alimento se digiere en el cuerpo, podemos determinar qué proporción de carbono está presente en los huesos y deducir la dieta a partir de ahí”, explica De Kock.

Muestras de piel analizadas

Gracias a los datos de seguimiento por satélite de la Universidad de Exeter, los investigadores obtuvieron información sobre las rutas migratorias y los destinos de las tortugas marinas que nadan actualmente en el Mediterráneo. Los científicos británicos también habían recogido pequeñas muestras de piel de las tortugas. 

De Kock comparó la información dietética que se desprendía de las muestras de piel con la de los huesos de miles de años de antigüedad, y llegó a la conclusión de que las tortugas verdes llevan unos 3000 años acudiendo a las praderas marinas de la costa de Egipto y Libia occidental para llenar sus estómagos. Las tortugas carey, en cambio, parecen tener una dieta más variada.

Es difícil advertir cambios lentos en un sistema más amplio, como una población animal, porque cada generación de investigadores redefine la situación natural. Es lo que se conoce como el síndrome de las líneas de base cambiantes, y por eso es tan relevante conocer los hábitos alimentarios de una especie muchas generaciones atrás.

Adaptarse con el tiempo

“Incluso los datos a largo plazo solo se remontan a unos cien años atrás”, explica De Kock. “Pero si miramos más atrás en el tiempo utilizando datos arqueológicos, podemos ver mejor qué efecto han tenido los humanos en el hábitat. Y podemos predecir ligeramente a qué futuro se enfrentarán las tortugas”.

Modelos científicos recientes muestran que existe un alto riesgo de pérdida generalizada de pastos marinos, exactamente donde la tortuga verde ha ido a pastar durante generaciones. Queda por ver si la especie podrá adaptarse con suficiente rapidez en caso de que desaparezcan estas praderas marinas.

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