Esta pequeña parte del cuerpo es clave para caminar erguidos

El arco flexible del pie: clave para caminar y correr erguidos de manera eficiente

Caminar sobre dos piernas es una de las primeras cosas que nos distinguieron de los simios. En el proceso, también desarrollamos un arco bajo los pies. No para poder impulsarnos, como se pensó durante mucho tiempo, sino para mantenernos mejor erguidos.

Los biólogos evolucionistas siempre han supuesto que tenemos un arco en forma de muelle bajo los pies que sirve de palanca para impulsar el cuerpo hacia delante. Pero un equipo internacional de investigación concluye ahora que el arco flexible hace que el tobillo esté más erguido, lo que nos permite caminar mejor. Correr también es más eficaz. Es de suponer, pues, que correr fue un mecanismo de selección evolutiva del arco flexible del pie, tras lo cual la marcha ordinaria también se hizo más eficiente.

“Al principio pensamos que el arco elástico del pie ayudaba a levantar el cuerpo para dar el siguiente paso”, explica la investigadora Lauren Welte, que actualmente trabaja en la Universidad de Wisconsin-Madison. “Pero ahora resulta que los músculos del arco se retraen para ayudar al tobillo a levantar el cuerpo”.

Una mayor fuerza

La evolución del pie es más interesante de lo que podría pensarse a primera vista. Caminar sobre dos piernas, incluido el arco elevado del pie, nos diferencia de los grandes simios. El arco del pie, incluidos los músculos, da a los humanos más fuerza al caminar erguidos. El mecanismo que hay detrás no está claro, pero si el movimiento del arco está restringido, correr cuesta más energía. En la antigüedad, poder correr bien era importante para huir de los depredadores o cazar presas.

El arco flexible nos hace corredores más eficientes al propulsar la parte central del cuerpo o al asumir el trabajo de los músculos que de otro modo tendrían que hacer ellos. Para investigar estas hipótesis, los investigadores hicieron caminar y correr a siete participantes con diferente movilidad del arco mientras se filmaban sus pies a corta distancia. Se midió la altura del arco del pie y se sometió el pie derecho a una tomografía computarizada. Los científicos querían medir el efecto de la movilidad del arco en las articulaciones adyacentes. También analizaron qué articulaciones contribuían más al movimiento del arco del pie y cómo afectaba al empuje con el tobillo.

Este es el arco del pie
El arco del pie, también conocido como el arco plantar, es una estructura anatómica en la parte inferior del pie que consta de huesos, ligamentos y músculos que se combinan para formar un arco curvado

Nada de monos encorvados

Lo que descubrieron sorprendió a los investigadores: un arco del pie rígido y sin elasticidad hace que el pie se despegue del suelo demasiado pronto, lo que reduce la eficacia de los músculos de la pantorrilla. También hace que los huesos del tobillo se inclinen demasiado hacia delante. Esa inclinación hacia delante es típica de los chimpancés, por ejemplo, mientras que los humanos son mucho más erguidos. El arco flexible del pie coloca el tobillo mucho más recto, haciendo que la pierna se levante del suelo con mayor eficacia. Este efecto es aún mayor al correr, lo que hace lógico que el arco flexible del pie se haya conservado en la evolución.

Otro descubrimiento interesante: la articulación entre los dos huesos del arco del pie resulta ser crucial para la flexibilidad. Por tanto, los cambios en esta articulación pueden ayudar a rastrear la evolución de la marcha sobre dos piernas en los fósiles. “La movilidad de nuestros pies parece hacer posible que camináramos y corriéramos sobre dos piernas en lugar de avanzar encorvados o impulsarnos demasiado rápido para dar el siguiente paso”, afirma el investigador Michael Rainbow, de la Universidad de Queen.

Una mejor movilidad

Los hallazgos son útiles para tratar a personas con arcos del pie demasiado rígidos debido a lesiones o enfermedades, por ejemplo: aumentar la flexibilidad del arco puede mejorar la movilidad. “Podemos caminar de forma más eficiente moviendo el arco del pie mientras nos impulsamos”, explica Welte. “Si limitamos el movimiento del arco, probablemente también se produzcan cambios en el funcionamiento de otras articulaciones”.

Pero se necesita más investigación. “En esta etapa, nuestras hipótesis necesitan más pruebas para verificar que las diferencias en la movilidad del pie en toda la población conducen a los cambios que vemos en nuestra muestra limitada”, dice Rainbow. “Dicho esto, nuestro trabajo es una base importante para una nueva y emocionante dirección de investigación”.

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