Nueva York se hunde por su propio peso. Los enormes rascacielos por los que es conocida la ciudad pesan demasiado para el subsuelo. Así lo afirma un nuevo estudio que ha analizado el aspecto de la gran manzana desde abajo.
El hundimiento del suelo no es en sí mismo un fenómeno extraño. Puede ocurrir por la extracción de minerales, pero también por la desecación del suelo de turba, por ejemplo. Hay muchas causas, pero nunca se había estudiado el peso de las propias ciudades.
Ahora resulta que sí tiene un efecto: Nueva York se hunde entre 1 y 2 milímetros al año debido al peso de los rascacielos. Esos pocos milímetros pueden parecer inofensivos, pero en algunas partes de la ciudad está subiendo mucho más. Eso podría convertirse en un gran problema para la ya de por sí baja ciudad de más de 8 millones de habitantes.
Pedazo de concienciación
Por ello, el estudio debería animar a los responsables políticos a tomar medidas para reducir el riesgo de inundaciones. “El objetivo del estudio es concienciar a la gente de que cualquier edificio alto construido a lo largo de una costa, río o lago podría contribuir al riesgo futuro de inundaciones”, escriben los investigadores de la Universidad de Rhode Island.
También pone de relieve lo que el ser humano está provocando con todas sus estructuras. Los científicos calculan que todo lo que el ser humano ha fabricado pesa más que todos los seres vivos de la Tierra. Los edificios y las carreteras pesan más que todos los árboles, arbustos y plantas juntos. Todo el plástico pesa el doble que el peso de todos los animales juntos.
El peso de Nueva York
En este nuevo estudio, los investigadores calcularon el peso total de los más de un millón de edificios de Nueva York. Esto supone la asombrosa cifra de 764 000 millones de kilogramos. Para decir algo sobre la presión que todos esos kilos causan sobre la tierra, se dividió la ciudad en cuadrados de 100 por 100 metros para luego convertir la masa en presión descendente, incluyendo el efecto de la gravedad.
Para ello solo se tuvo en cuenta el peso de los edificios, no el de las carreteras, puentes y otros pavimentos. A pesar de esta limitación, los investigadores llegaron a un cálculo del hundimiento mejor que el de estudios anteriores porque sí incluyeron el complejo subsuelo de la ciudad, formado por depósitos de arena, sal y arcilla, además de roca. Y eso aporta información interesante: los suelos arcillosos y los rellenos artificiales son especialmente vulnerables al hundimiento. El subsuelo más elástico se recupera tras la construcción, mientras que la roca no se hunde tanto.
No es lo único
El aumento de la urbanización, incluido el drenaje y el bombeo de aguas subterráneas, no hará, sino agravar el problema del hundimiento, advierten los investigadores. Además, Nueva York no es ni mucho menos la única ciudad que lo sufre. Una cuarta parte de Yakarta podría estar bajo el agua en 2050. Algunas zonas de la capital indonesia se hunden casi 11 centímetros al año debido al bombeo de aguas subterráneas. Las autoridades de esta ciudad de 30 millones de habitantes calculan que tendrán que mudarse si no se toman pronto medidas contra el cambio climático.
Pero Nueva York también corre un enorme riesgo de inundación. Gran parte de Manhattan está a solo 1 o 2 metros por encima del nivel del mar. Huracanes anteriores ya han puesto de manifiesto lo rápido que puede inundarse esta ciudad, en gran parte asfaltada.
“Nueva York es un ejemplo del creciente número de ciudades costeras de todo el mundo que sufren hundimientos. Por tanto, existe un reto global compartido para mitigar el creciente riesgo de inundaciones”, se hace eco en su conclusión.
Peor que la subida del nivel del mar
Un estudio de 2022 sobre la situación en 99 ciudades costeras reveló que el hundimiento es un problema mayor (o al menos subestimado) que la subida del nivel del mar, en términos de riesgo de inundaciones. En la mayoría de las ciudades, el subsuelo se está hundiendo más rápido de lo que sube el nivel del mar, lo que significa que los residentes se enfrentarán a inundaciones antes de lo que predicen actualmente los modelos climáticos.