Mecanismo cerebral explica por qué cometemos errores bajo presión

Cómo una recompensa demasiado alta puede afectar el rendimiento debido a un mecanismo cerebral descubierto por investigadores

Los investigadores han descubierto un mecanismo en nuestro cerebro que utilizamos para realizar tareas a cambio de una recompensa. Posiblemente, este mecanismo se interrumpe cuando esa recompensa es demasiado alta.

Tener la perspectiva de una recompensa suele motivar a las personas a rendir más. Pero una recompensa demasiado alta puede ser contraproducente, como ocurre, por ejemplo, cuando se falla un penalti. Los investigadores han identificado ahora un posible mecanismo cerebral que explica por qué sucumbimos a la alta presión de una gran recompensa.

Corteza motora

En 2021, el ingeniero biomédico Adam Smoulder, de la universidad Carnegie Mellon de estados unidos, y sus colegas demostraron que los primates no humanos también fallan cuando la presión es muy alta. Los investigadores entrenaron a tres monos rhesus para que realizaran una tarea difícil a cambio de una recompensa: agua azucarada. Cuando la recompensa era mayor, los monos rendían peor.

Para entender mejor por qué funciona así, los mismos investigadores entrenaron a un nuevo grupo de monos. Esta vez, los monos tenían que agarrar un pequeño blanco móvil, lo que les exigía moverse con gran rapidez y precisión. Como recompensa, los monos recibieron diferentes cantidades de agua azucarada. 

Los investigadores utilizaron microelectrodos para seguir la actividad de las neuronas del córtex motor de los monos. La corteza motora es la región del cerebro responsable de planificar y ejecutar los movimientos.

Firma neuronal

El equipo de investigación descubrió que las células individuales de esta región son sensibles al tamaño de la recompensa esperada. En función de esa expectativa, las células ajustaban su respuesta. La actividad de las células aumentaba cuando las expectativas eran altas y volvía a disminuir cuando la recompensa esperada era menor.

Cuando los investigadores examinaron la correlación entre la actividad de las células en el córtex motor, descubrieron una especie de “firma” neuronal para los movimientos planificados. Cada movimiento de agarre estaba vinculado a un patrón distintivo de actividad neuronal que correspondía a la planificación de la ejecución del movimiento de agarre.

Pero cuando los monos esperaban ganar el premio gordo, la diferencia entre las firmas neuronales de los movimientos se reducía drásticamente. La información sobre la planificación del movimiento, que hasta entonces había permanecido encriptada en las células, casi había desaparecido, y las firmas de los distintos movimientos eran ahora mucho más difíciles de distinguir entre sí.

Según los investigadores, esto sugiere que la información sobre recompensas afecta a la formación de señales de movimiento en el córtex motor.

Corteza motora entorpecida

Así que esperar una recompensa parece potenciar nuestra planificación motora. Así, realizamos el mejor movimiento posible para ganar el premio. Pero si las expectativas son demasiado altas, se interrumpe el proceso, lo que dificulta la elección de la mejor acción motora. Como resultado, el movimiento no se prepara adecuadamente o la ejecución del movimiento planificado no es óptima.

Los investigadores desconocen por qué ocurre esto. “Nos gustaría averiguar si se debe a que el sistema dopaminérgico (la dopamina es un neurotransmisor relacionado con la recompensa y la motivación) se confunde y, por tanto, entorpece la corteza motriz en un momento crucial”, afirma el neurocientífico Aaron Batista, de la Universidad de Pittsburgh (EE. UU.), uno de los autores del estudio.

Los investigadores esperan que exista un mecanismo neurológico similar en el cerebro de los humanos. “Los monos sucumben a la presión del mismo modo que los humanos, y la corteza cerebral de monos y humanos es similar”, afirma Batista.

Con más investigación en el futuro, quizá podamos advertir a las personas para que no rindan por debajo de sus posibilidades debido a un estrés excesivo, afirma. Batista: “Es tentador pensar que en el futuro podamos ver en el cerebro de alguien que está a punto de sucumbir a la presión. Entonces podremos advertir a la gente”.

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