Hallazgo increíble: Los mosquitos pueden olernos a 100 metros de distancia

Investigadores revelan el asombroso sentido del olfato de los mosquitos: ¿Cómo localizan a sus objetivos a 100 metros de distancia?

A algunas personas siempre les pinchan, mientras que a otras no. Sigue siendo desconcertante cómo eligen los mosquitos a sus víctimas. Lo que resulta aún más extraordinario es que estas criaturas urticantes puedan olerte a casi 100 metros de distancia.

Investigadores estadounidenses han intentado averiguar cómo es posible construyendo una enorme arena de pruebas de 1000 metros cúbicos en Zambia. “El campo de pruebas es 2000 veces mayor que un laboratorio normal. En este entorno natural, los mosquitos están expuestos al viento, la temperatura y la humedad normales y, por ejemplo, a la luz de la luna. También tienen mucho más espacio para desplazarse y pueden seguir el olor de las personas a mayor distancia. Las condiciones de nuestra zona de pruebas reflejan mucho mejor lo que es realmente la naturaleza. Lo vemos como un ‘hogar lejos del hogar’ para los mosquitos”, explica el investigador Conor McMeniman, de la Universidad Johns Hopkins.

Calor y un poco de CO₂

La arena de pruebas incluye un anillo de puntos de aterrizaje espaciados por igual y calentados a la temperatura del cuerpo humano, unos 35 grados. Cada noche, los investigadores soltaban en el espacio doscientos mosquitos hambrientos de malaria y vigilaban su actividad con cámaras de infrarrojos. En particular, observaron la frecuencia con que los mosquitos se posaban en los puntos de aterrizaje, señal de que están listos para atacar.

Pero hacía falta algo más que un cuerpo humano caliente: también se necesitaba CO₂ y, preferiblemente, un olor corporal atractivo. Para ello, los investigadores encontraron a seis personas dispuestas a dormir en una tienda cercana. Su olor corporal nocturno se bombeaba fuera de la tienda y se llevaba a los puntos de aterrizaje.

“Estos mosquitos se alimentan principalmente de humanos en las horas anteriores y posteriores a la medianoche”, explica McMeniman. “Siguen rastros de olor y corrientes de aire y entran en una casa para picar entre las 10 de la noche y las 2 de la madrugada. Queríamos investigar las preferencias de los mosquitos cuando están más activos y también utilizar el olor corporal de las personas dormidas”.

Búhos nocturnos

¿Por qué los mosquitos salen sobre todo en mitad de la noche? “Probablemente, sea una estrategia evolutiva de este mosquito de la malaria para evitar las duras condiciones climáticas durante el día”, explica el investigador. “Además, al ser un mosquito es mucho menos probable que lo maten porque la gente está durmiendo”. Durante el día, los mosquitos no hacen gran cosa. “Descansan entre las hojas, cerca de las viviendas humanas, donde las condiciones climáticas son más adecuadas para ellos. Por ejemplo, hay lugares más sombreados y húmedos, donde pueden pasar el caluroso día hasta que su caza nocturna puede empezar de nuevo”.

Sienten el calor

¿Pero cómo encuentran ese sabroso tentempié humano? “Para ello, los mosquitos tienen unos sentidos asombrosamente bien afinados para captar la presencia humana, como una buena visión con poca luz, sensores de temperatura y un excelente olfato. Los animales combinan estas habilidades sensoriales para llevarlos hasta las personas adecuadas”, explica el investigador. “A una distancia de unos 60 metros de un objetivo potencial, un mosquito huele primero el olor del CO₂, que todos exhalamos. A medida que se acerca, capta rastros de otras sustancias químicas de nuestro olor corporal y nuestro aliento. A una distancia de entre 5 y 15 metros, un mosquito también puede vernos y, a 1 metro, puede sentir el calor de nuestra piel. Mientras tanto, el sistema nervioso del mosquito procesa todas estas señales para asegurarse de que puede elegir la mejor picadura”.

Un campo de prueba con tiendas alrededor
Campo de pruebas con tiendas alrededor. Foto: Julien Adam

Porque no todos los humanos son igual de sabrosos. Cada noche, los investigadores descubrían que algunas personas eran más atractivas que otras. Por ejemplo, uno de los voluntarios, que tenía un olor corporal muy diferente al de los demás, atraía sistemáticamente a muy pocos mosquitos. Esto se debía a la composición química de su olor corporal.

La mejor mezcla de olores

Al final, los investigadores consiguieron identificar 40 sustancias químicas que desprendían todos los voluntarios, aunque en cantidades diferentes. Probablemente, los mosquitos siguen una mezcla de olores específica. Aunque el olor corporal variaba de una noche a otra en cada participante, los investigadores descubrieron algunos patrones estables. 

Las personas más atractivas para los mosquitos emitían sistemáticamente más ácidos carboxílicos, probablemente producidos por los microbios de la piel. La persona menos atractiva emitía muchos menos ácidos, pero casi tres veces más eucaliptol, una sustancia presente en muchas plantas.

A los investigadores les pareció extraordinario ver lo eficaces que eran los mosquitos para encontrar su comida perfecta en ese enorme escenario. “Ver cómo los mosquitos siguen captando los mejores olores en ese gran espacio abierto de un campo de Zambia confirma lo poderosos que son estos animales para encontrar a sus presas”, afirma la investigadora Stephanie Rankin-Turner.

Por fin una respuesta a esa pregunta

“Pero lo que más nos sorprendió fue cómo los distintos olores atraían o no a los mosquitos”, afirma McMeniman. “En concreto, había un voluntario que casi no desprendía ácido carboxílico, pero sí mucho eucaliptol, una sustancia conocida por sus propiedades repelentes de mosquitos. Esta sustancia se encontraba en el olor corporal de todos los voluntarios, lo que probablemente se deba a su dieta, ya que se encuentra en muchas hierbas y aditivos alimentarios, pero estaba mucho más presente en el participante, que resultaba poco atractivo para los mosquitos”.

Queda mucho por hacer en el futuro. “Queremos utilizar nuestro método para determinar a mayor escala qué personas son atractivas para los mosquitos y cuáles no. De este modo, esperamos comprender mejor qué factores, como la dieta, el microbioma o el grupo sanguíneo, influyen. Como resultado, quizá podamos responder por fin a esa vieja pregunta de por qué los mosquitos encuentran a algunas personas más apetecibles que a otras”.

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