Nanoplásticos entran al cerebro en cuestión de horas, según nuevo estudio

Unos científicos alimentan a ratones con nanoplásticos y apenas dos horas después hacen un sorprendente descubrimiento. Este estudio revela que los nanoplásticos pueden atravesar la barrera hematoencefálica y llegar al cerebro en solo dos horas

Las diminutas partículas de plástico habían atravesado la barrera hematoencefálica y se habían abierto camino hasta el cerebro en un abrir y cerrar de ojos.

A estas alturas, está bastante claro que el plástico no solo acaba en la naturaleza, sino también en nuestro propio cuerpo. Ya se han encontrado microplásticos en intestinos humanos, venas, pulmones, placenta y leche materna. Pero es probable que otros órganos tampoco se salven. 

En un nuevo estudio publicado en la revista científica nanomaterials, los investigadores han demostrado por primera vez cómo diminutas partículas de plástico consiguen atravesar la barrera hematoencefálica y entrar en el cerebro de ratones poco después.

¿Cómo penetra el plástico en nuestro organismo?

Los microplásticos y los aún más pequeños nanoplásticos (que tienen un tamaño inferior a 100 nanómetros y, por tanto, son imperceptibles para el ojo humano) entran en nuestro cuerpo de diversas maneras. Por ejemplo, los restos de envases de alimentos pueden acabar accidentalmente en nuestra comida. Además, los nanoplásticos también se mezclan en los líquidos. Las investigaciones han demostrado que cualquier persona que beba los 1,5 a 2 litros de agua al día recomendados en botellas de plástico acaba ingiriendo unas 90 000 partículas de plástico al año. Pero también inhalamos nanoplásticos. Por ejemplo, las partículas suspendidas en el aire de entre 1 nm y 20 µm pueden inhalarse fácilmente. No olvidemos los productos de cuidado personal, como la pasta de dientes y el brillo de labios.

Cerebro y barrera hematoencefálica

De hecho, ya se han encontrado microplásticos y nanoplásticos en todas las partes del cuerpo humano en las que han mirado los científicos. Pero donde aún no han buscado plástico es en el cerebro. ¿Podrían las diminutas partículas de plástico romper la barrera hematoencefálica y llegar así al cerebro? Para responder a esta pregunta, los investigadores alimentaron a unos ratones con nanoplásticos (en este caso poliestireno, un plástico común utilizado para envasar alimentos) y luego estudiaron lo que ocurría.

No tuvieron que esperar mucho, porque al cabo de solo dos horas, el equipo detectó diminutas partículas de poliestireno en el cerebro. Esto significa que el plástico traspasa la barrera hematoencefálica y llega al cerebro. El mecanismo que les permite romper la barrera hematoencefálica era desconocido hasta entonces en la ciencia médica. 

“Utilizando modelos informáticos, descubrimos que una determinada estructura superficial (la corona biomolecular) desempeña un papel importante y hace que las partículas de plástico entren en el cerebro”, explica el investigador oldamur hollóczki.

Más sobre la barrera hematoencefálica

La barrera hematoencefálica es una importante barrera celular que impide que patógenos o toxinas lleguen al cerebro. En realidad, es una especie de frontera entre la sangre y el cerebro: las sustancias buenas pueden pasar, las malas no. Alrededor de los vasos sanguíneos hay una capa de células especiales que los protegen. Juntas, estas células forman la barrera hematoencefálica.

El descubrimiento es inquietante. Significa que pequeñas partículas de plástico pueden entrar fácilmente en el cerebro. Por cierto, no es la primera vez que los investigadores descubren que el plástico consigue romper las barreras corporales. Al fin y al cabo, el intestino también tiene una pared protectora. Y estudios anteriores han demostrado que el plástico también traspasa esta barrera intestinal.

Efectos sobre la salud

Por supuesto, una cuestión de seguimiento apremiante es hasta qué punto esto puede causar daños. Actualmente, se están llevando a cabo intensas investigaciones sobre los efectos para la salud de las partículas de plástico en el organismo. Y aunque todavía no hay conclusiones concluyentes, los investigadores ya han relacionado los microplásticos que acaban en el tracto gastrointestinal con respuestas inflamatorias e inmunitarias locales y el desarrollo de cáncer. También hay que seguir estudiando qué efectos tiene el plástico en el cerebro. “Pero hay pruebas de que las partículas de plástico en el cerebro aumentan el riesgo de inflamación, trastornos neurológicos o incluso enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson”, afirma el investigador Lukas Kenner.

Se requiere más información

Es muy importante profundizar en este tema. Dado que aún se sabe poco sobre los riesgos potenciales de los microplásticos para la salud humana, no existen, por ejemplo, directrices oficiales sobre la cantidad de microplásticos que pueden contener los alimentos. Además, tampoco hay estudios que hayan establecido con exactitud cuándo un determinado nivel de ingesta se convierte en peligroso. Pero con cada vez más estudios que aportan pruebas provisionales de que las diminutas partículas de plástico pueden interferir en importantes funciones corporales, cada vez es más importante conocer mejor sus posibles efectos sobre nuestra propia salud.

El estudio es un importante paso adelante. Por primera vez, los investigadores han demostrado cómo los nanoplásticos consiguen traspasar la barrera hematoencefálica y, en consecuencia, penetrar en el cerebro. El mecanismo recién descubierto constituye la base de nuevas investigaciones para proteger a los seres humanos y el medio ambiente. Pero tú también puedes hacer algo ya. “Para minimizar el daño potencial causado por las partículas micro y nanoplásticas, es crucial reducir su exposición y uso”, concluye Kenner.

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