La ciencia lo confirma: el comportamiento abusivo es recompensado y no solo en los humanos

El comportamiento agresivo tiene beneficios para los humanos y chimpancés, según un nuevo estudio

Salirse con la suya con los amigos, intimidar a los compañeros o enfadarse de verdad por una vez, la ciencia reafirma que el comportamiento molesto se recompensa. Y no solo en los humanos, también en los chimpancés.

Los chimpancés machos que intimidan a los demás, son codiciosos, tienden a enfadarse rápidamente, ascienden en la escala social de los chimpancés y tienen más éxito en la reproducción que sus compañeros modestos y concienzudos, según demuestra una nueva investigación. Pero si es así, se preguntan los investigadores británicos y estadounidenses, ¿por qué no todos los chimpancés son abusones?

Carácter propio

Siguieron a 28 machos en el parque nacional de Gombe, en Tanzania. Investigaciones anteriores ya habían demostrado que algunos chimpancés son más sociables, mientras que otros son más solitarios. Algunos son apacibles, mientras que otros se pelean a menudo. En resumen: cada chimpancé tiene su propio carácter, concluyeron los investigadores, que observaron a los animales casi a diario durante años.

El nuevo estudio descubrió otro hecho interesante (aunque molesto): a los chimpancés macho que son dominantes y poco escrupulosos les va mejor en la vida. “En general, tienen puntuaciones de dominancia más altas”, explica el investigador Joseph Feldblum, de la Universidad de Duke. 

“Esto es importante porque ya hemos demostrado anteriormente que los machos que alcanzan el rango más alto producen un número desproporcionado de descendientes. Como escribimos en el estudio, los chimpancés macho compiten por el acceso a las hembras para aparearse, y la dominancia es un medio importante de éxito reproductivo. En segundo lugar, también descubrimos que los machos con alta dominancia (pero no los de baja concienciación) tenían más probabilidades de concebir descendencia. Todo ello después de tener en cuenta otros posibles factores”. La conclusión de Feldblum es, por tanto: “La personalidad importa”.

Chimpancé Frodo
Frodo fue el macho alfa en Gombe durante cinco años y tiene fama de ser un auténtico matón. Foto: Ian C. Gilby, Universidad Estatal de Arizona

Rompecabezas evolutivo

Puede que no te parezca tan sorprendente que el acoso tenga sus beneficios en la vida, pero nos lleva directamente a una pregunta interesante: si los machos con ciertos rasgos tienen más probabilidades de llegar a la cima y reproducirse (y así transmitir sus genes a su descendencia), ¿por qué no todos los machos llegan a ser así? En otras palabras, ¿por qué existen las diferencias de carácter? “Es un rompecabezas evolutivo”, explica Feldblum.

Una teoría es que los distintos rasgos de carácter son útiles en distintos momentos de la vida. Quizá el comportamiento agresivo sea útil para los machos jóvenes, pero a los chimpancés de más edad en realidad les beneficia un poco de amabilidad. 

“Piensa en ciertos rasgos que son muy útiles en el instituto, por ejemplo, pero no en tu trabajo más adelante. Es un compromiso”, explica el investigador Alexander Weiss.

La dominancia compensa

El equipo de investigación decidió probar esta hipótesis con la ayuda de 37 años de datos, que se remontan a los primeros trabajos de Jane Goodall en Gombe en la década de 1970. Pero resultó que esta idea no se aplicaba a los chimpancés: los mismos rasgos de carácter conducían a un alto rango y a un mayor éxito reproductivo a lo largo de la vida.

Así que debe haber otra explicación. Posiblemente, el carácter ideal depende del entorno en el que se encuentran los chimpancés o de factores sociales. También podría ser que ciertos rasgos favorecieran a los machos pero no a las hembras. Si es así, los genes asociados a estos rasgos siguen circulando en la población.

Carácter frío

Puede sonar bastante normal hablar de la personalidad de un chimpancé, pero no hace tanto tiempo era tabú. La propia Jane Goodall fue acusada de antropomorfismo cuando describió a algunos chimpancés de Gombe como más duros o temerosos que otros y calificó a algunos de carácter más cariñoso o frío.

Pero mucho ha cambiado desde entonces: los científicos han podido distinguir distintos caracteres en todo tipo de animales, desde aves a calamares. Y se ha descubierto que esos rasgos siguen siendo los mismos en distintas situaciones y durante largos periodos de tiempo. Weiss explica que los caracteres son tan constantes en los animales como en los humanos. “Los datos contradicen el escepticismo”, afirma.

Sin embargo, también queda mucho por investigar. “Hemos encontrado pruebas de que el comportamiento dominante y sin escrúpulos conduce al éxito reproductivo, pero también puede haber otros rasgos como la apertura y la extraversión que favorezcan, por ejemplo, la esperanza de vida de los machos o la posición de las hembras”, dice Feldblum, muy ilusionado con la investigación. 

“Es fantástico que los rasgos de carácter puedan clasificarse de esta manera y decir algo sobre la dinámica social de los chimpancés de Gombe. Esto solo es posible porque los investigadores locales tanzanos tienen una relación tan íntima con los chimpancés, que solo puede darse porque han estado controlando la población a diario y durante décadas. Nuestra investigación sería imposible sin su trabajo”.

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