James Webb confirma formación de ingredientes para la vida en nubes interestelares

Ingredientes para la formación de vida se esconden en nubes interestelares

Los científicos lo sospechaban, pero gracias a las nuevas observaciones de James Webb, ahora lo saben con certeza: los ingredientes para la vida se forman incluso en los lugares más fríos y oscuros de las grandes nubes interestelares.

La formación de la vida requiere no solo un lugar adecuado para ella, sino también la presencia de ingredientes para la vida, como carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y azufre. Estos elementos son ingredientes importantes para las atmósferas (habitables) y componentes básicos para la vida, como los azúcares y los aminoácidos simples. Se cree que el hecho de que nuestra Tierra adquiriera gradualmente estos ingredientes para la vida se debe a que cometas o asteroides helados los depositaron en la Tierra durante los impactos. Pero, ¿cómo llegaron los ingredientes de la vida a estos cometas y rocas espaciales? Se supone que ya se originaron en la nube oscura de gas y polvo que acabó engendrando el sistema solar. Estas nubes frías y oscuras contienen partículas de polvo helado que son un punto de encuentro perfecto para átomos y moléculas, que luego se transforman en sustancias como el agua a través de todo tipo de reacciones químicas. Y luego, cuando parte de la nube de gas y polvo colapsó y formó el Sol (rodeado por un disco de gas y polvo del que surgieron planetas algún tiempo después), esos componentes básicos para la vida habrían acabado de nuevo en los planetas y en sus atmósferas.

Experimentos

Se trata de algo más que una bonita teoría: las investigaciones de laboratorio que han simulado lo mejor posible las condiciones de una nube interestelar de este tipo ya han demostrado que algunos de los componentes básicos de la vida podrían formarse de esta manera. Pero, ¿funciona igual “en la naturaleza”? Así es, afirman ahora unos investigadores en la revista Nature Astronomy. Basan sus conclusiones en las observaciones del telescopio espacial James Webb.

Hallazgos

Para ello, el telescopio se adentró en una nube interestelar situada a 630 años luz de la Tierra. Y en las partes más profundas y frías de la nube (donde no nacerán estrellas hasta dentro de millones de años) el telescopio se topó con una serie de interesantes moléculas en forma de hielo. Además del agua, incluyen sulfuro de carbonilo, metano, monóxido de carbono, dióxido de carbono e incluso la forma más simple de una molécula orgánica compleja: el metanol. Asimismo, según los investigadores, también hay indicios de que en la nube pueden encontrarse moléculas orgánicas aún más complejas, como el etanol. Y esto demuestra por primera vez que pueden formarse moléculas complejas en las profundidades de las nubes interestelares, y mucho antes de que las estrellas de esas regiones vean la luz del día. “Gracias a las observaciones, podemos conocer mejor cómo se forman en esos lugares moléculas simples y complejas, que a su vez son elementos constitutivos de la vida”, afirma la investigadora Melissa McClure, afiliada a la Universidad de Leiden.

Observaciones

James Webb pudo observar las moléculas heladas gracias a la luz infrarroja procedente de estrellas situadas detrás de la nube interestelar; el telescopio apenas puede ver esta luz infrarroja. Las moléculas de la nube absorben colores únicos de esta luz estelar, delatando su presencia e identidad. “Sencillamente, no podríamos haber observado este hielo sin Webb”, afirma el investigador Klaus Pontoppidan. “En regiones tan frías y densas, gran parte de la luz de las estrellas que hay detrás queda bloqueada y necesitábamos la magnífica sensibilidad de Webb para detectar la luz de las estrellas e identificar así el hielo de la nube interestelar”.

Estrellas usadas para detectar hielo en la apartes más frías
Esta imagen muestra las dos estrellas cuya luz infrarroja se utilizó para detectar e identificar hielo en las partes más frías y oscuras de la nube interestelar. Estas estrellas se encuentran, por tanto, detrás de la nube. Imagen: NASA, ESA, CSA & M. Zamani (ESA/Webb); Ciencia: F. Sun (Steward Observatory), Z. Smith (Open University), & the Ice Age ERS Team.

Investigación de seguimiento

Por cierto, los investigadores no han terminado con esta nube interestelar. Actualmente, han estudiado dos puntos en la nube, pero le seguirán docenas más. Se trata de puntos en los que ya se están formando estrellas o incluso planetas. El objetivo es averiguar cómo se comportan estas moléculas congeladas en esas fases posteriores. “Eso revelará qué mezclas de hielo (y, por tanto, qué elementos) acaban llegando a las superficies de exoplanetas similares a la Tierra o incorporándose a las atmósferas de gigantes gaseosos o planetas de hielo”, afirma McClure.

Por ahora, sin embargo, todo indica que los componentes básicos de la vida están por todas partes y son bastante abundantes. Y eso, a su vez, insinúa suavemente que nuestro sistema solar (y tal vez la vida que se encuentra en él) no es único. “Ahora que vemos metanol en esta nube y quizás también etanol e incluso moléculas orgánicas más grandes, es obvio que los exoplanetas están experimentando en muchos aspectos la misma evolución química que los planetas de nuestro propio sistema solar”, afirma el investigador Will Rocha.

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