Una educación superior reduce el riesgo de enfermedades intestinales

Estudios superiores reduce enfermedades intestinales

Hace tiempo que sabemos que la educación es importante para muchos aspectos de la vida. Pero ahora se ha descubierto un nuevo beneficio: puede favorecer la salud intestinal.

La educación no solo te hace más inteligente, sino que también te protege las entrañas. Esta es la conclusión a la que han llegado los investigadores tras analizar los datos de cientos de miles de personas. El equipo descubrió que un mayor nivel educativo y una buena función cognitiva reducen significativamente el riesgo de enfermedad intestinal. “Esto significa que deberíamos fomentar más la educación superior”, afirma el director de la investigación, Emmanuel Adewuyi.

El estudio 

En el estudio a gran escala, los investigadores evaluaron el nivel educativo y otras características cognitivas (incluidas la inteligencia, las cualificaciones educativas y el rendimiento cognitivo) de más de 766 000 participantes. “Nuestros hallazgos muestran un fuerte vínculo genético (así como una relación causa-efecto) entre estos rasgos cognitivos y diversos trastornos intestinales, como úlceras pépticas, enfermedades digestivas como la enfermedad por reflujo gastroesofágico, inflamación de la mucosa gástrica, enfermedad diverticular y síndrome del intestino irritable”, enumera Adewuyi en una conversación. “Un alto rendimiento cognitivo se correlaciona con un menor riesgo de enfermedades intestinales”.

Enfermedad del Alzheimer

Por cierto, no se trata solo de educación, sino también de la relación entre los rasgos cognitivos (es decir, los relacionados con nuestro pensamiento, inteligencia y rendimiento de la memoria) y los trastornos intestinales. Anteriormente, Adewuyi descubrió una predisposición genética compartida a la demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer) con diversos trastornos intestinales. Ahora parece que los trastornos intestinales y la enfermedad de Alzheimer no solo comparten una predisposición genética común, sino que también se ven afectados de forma similar por variaciones genéticas subyacentes al nivel educativo.

¿Por qué las personas con estudios superiores parecen menos propensas a los trastornos intestinales? Adewuyi tiene un indicio. “Estudios anteriores han aportado pruebas de que un mayor nivel educativo y una mayor inteligencia contribuyen a mejorar la salud en general, incluido un menor riesgo de padecer muchos trastornos y enfermedades crónicas, como la demencia”, afirma. “Algunos factores de riesgo, como el tabaquismo y la obesidad, pueden contribuir al riesgo de enfermedades intestinales. Por tanto, el efecto protector de una mayor cognición puede estar relacionado con el hecho de que estas personas son menos propensas a fumar o a ser obesas. Además, también es posible que un mayor nivel educativo contribuya a un estatus socioeconómico más alto y a una mayor concienciación sanitaria.”

Los genes también están relacionados 

El investigador añade una advertencia al respecto. Por ejemplo, explica que su estudio basado en la genética es menos sensible a esos factores ambientales y de estilo de vida. “Una explicación correcta es probablemente que también las variaciones genéticas que contribuyen a un mayor nivel educativo están relacionadas con un menor riesgo de enfermedades intestinales”, argumenta Adewuyi. “Así que tus genes también están relacionados”.

Educación influye 

Según Adewuyi, estos resultados sugieren que la educación puede ser una forma importante de reducir el riesgo de trastornos intestinales. “Un mayor nivel educativo puede mejorar la inteligencia y otras capacidades cognitivas”, afirma. “Esto puede ser beneficioso para la salud en general. Por lo tanto, las nuevas políticas podrían centrarse en aumentar los niveles educativos. También podría considerarse la posibilidad de ampliar la duración de la educación, además de fomentar un mayor entrenamiento cognitivo.”

Va en ambos sentidos

Por cierto, resulta que el cerebro no solo afecta al intestino, sino también a la inversa. “La enfermedad por reflujo gastroesofágico puede ser un factor de riesgo de deterioro cognitivo”, afirma Adewuyi. “Nuestro estudio revela una relación causal entre esta afección intestinal y un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Por lo tanto, es importante que los médicos busquen signos o síntomas de disfunción cognitiva en pacientes con esta afección intestinal.” Esto puede permitir, por ejemplo, detectar antes la demencia. Esto puede permitir un diagnóstico precoz, lo que también permitirá iniciar antes tratamientos específicos.

Eje cerebro-intestino

Las conclusiones del estudio sugieren una fuerte conexión entre el intestino y el cerebro, algo que algunos científicos sospechaban desde hace tiempo. De hecho, ambos se comunicarían entre sí sin parar, un fenómeno también conocido como el eje cerebro-intestino. “El eje cerebro-intestino se refiere a una conexión bidireccional entre los centros cognitivos y emocionales del cerebro y el funcionamiento del intestino”, explica Adewuyi cuando se le pregunta. “Los científicos lo describen como una comunicación bidireccional entre el sistema nervioso entérico (los intestinos) y el sistema nervioso central (el cerebro). Se sugiere que esta conexión está implicada en el origen y/o desarrollo de varios trastornos humanos, como la demencia. Esto podría estar relacionado con las conexiones físicas a través de millones de nervios, la alteración del microbioma intestinal y la producción y liberación de diversas sustancias químicas (o neurotransmisores) en el intestino.”

Esta conexión entre el intestino y el cerebro no solo está relacionada con trastornos físicos. Por ejemplo, se ha sugerido anteriormente que también existe un vínculo entre las bacterias intestinales y nuestra salud mental. La idea es que el microbioma intestinal influye en el estado de ánimo y el comportamiento, y viceversa. Por ejemplo, el estrés puede desencadenar un cambio en los niveles hormonales y en la conducción nerviosa y, por tanto, influir directa o indirectamente en la composición del microbioma intestinal. Demuestra de forma concluyente que el intestino es importante para algo más que la digestión. Así que un intestino sano es mucho más importante de lo que crees.

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