Un perro agresivo es bastante difícil de identificar, ¿por qué?

Los seres humanos somos malos para reconocer si un perro es agresivo o no

Un nuevo estudio demuestra que los seres humanos son sorprendentemente malos para captar las señales de agresión. Y, sin embargo, esto es muy importante para nuestra propia seguridad.

A lo largo del día, interpretamos señales para evaluar correctamente las situaciones sociales. Esto nos permite responder adecuadamente. Y en general, esto va bastante bien. Excepto… cuando se trata de agresión. De hecho, los investigadores han descubierto que a un número sorprendente de personas les cuesta reconocer la agresividad. Y eso es realmente notable.

Vídeos

Para determinar la capacidad de las personas para juzgar situaciones sociales, los investigadores mostraron a 92 participantes 27 videoclips. Cada videoclip presentaba una interacción no verbal entre dos niños, dos perros o dos simios de Berbería. Los vídeos contenían pistas sobre la naturaleza de la interacción (pensemos en la postura corporal y las expresiones faciales), pero se detenían justo antes de que se produjera la interacción real. A continuación, se pidió a la mitad de los participantes que clasificaran la interacción como agresiva, neutra o lúdica, mientras que la otra mitad tenía que predecir el resultado de cada interacción.

Los investigadores descubrieron que los participantes reconocían mejor las interacciones lúdicas. En el 70 % de los casos, respondieron correctamente. Curiosamente, los participantes obtuvieron resultados especialmente malos a la hora de juzgar las interacciones agresivas entre perros. Y ello a pesar de que los investigadores esperaban otra cosa. “En realidad, habíamos pensado que los humanos serían buenos reconociendo la agresión”, afirma la investigadora Juliane Bräuer en una entrevista. “Después de todo, esperábamos que esto tuviera una ventaja evolutiva”.

Agresión

Por cierto, los participantes no solo eran malos reconociendo las interacciones agresivas entre perros. También tuvieron problemas para evaluar correctamente la agresividad en humanos. Y eso es bastante notable. Reconocer correctamente la agresión es muy importante. Al fin y al cabo, si lo evalúa correctamente, puede evitar que un perro agresivo arremeta contra usted o su amigo de cuatro patas. Además, permite a los espectadores de un incidente intervenir si presencian interacciones agresivas entre personas. Dado que reconocer las agresiones es muy importante para nuestra seguridad, los investigadores esperaban que los participantes destacaran precisamente en esto. Pero nada más lejos de la realidad. “Por cierto, estudios anteriores ya han demostrado que la gente suele subestimar la agresividad de los perros”, afirma Bräuer. “Por eso también se producen tantos incidentes de mordeduras”.

Mordeduras

Para reducir el número de mordeduras, los investigadores creen que muchos propietarios de perros podrían beneficiarse de una mejor educación sobre el comportamiento canino y sobre cómo identificar las interacciones agresivas. De hecho, hay ciertas señales de advertencia a las que puede estar atento. Por ejemplo, endurecimiento del cuerpo, mirada fija, gruñidos o ladridos, pelo del cuello erizado, nariz arrugada y dientes enseñados. Si se captan mejor estas señales, pueden evitarse las peores consecuencias. “Predecir lo que está por venir es especialmente importante”, afirma Bräuer. “A menudo oigo discusiones entre propietarios de perros. Algunos están seguros de que los perros muestran un comportamiento juguetón, mientras que otros lo interpretan como una interacción agresiva. Sin embargo, es crucial saber cuándo intervenir. Y para eso hay que predecir lo que va a pasar”.

Razón

¿Por qué aparentemente sigue resultando bastante difícil reconocer a un perro agresivo, o a un congénere agresivo? “Por el momento, solo podemos especular”, afirma Bräuer. “Quizá las interacciones lúdicas sean más habituales”. Además, podría ser que la gente sea parcial y asuma sin cuestionar que otra persona tiene buenas intenciones. Esto nos impide reconocer con precisión las interacciones agresivas. “Nuestro siguiente paso es estudiar cómo juzgan las personas, las interacciones”, dice Bräuer. “¿Qué están mirando exactamente? ¿Y cómo influye la categorización de la situación (si es agresiva o lúdica) en el modo en que las personas evalúan después el curso ulterior de la situación?”.

Los resultados del estudio ponen de relieve que, aparentemente, las interacciones sociales pueden ser a menudo ambiguas. Por ello, Bräuer espera seguir averiguando si nuestro juicio mejora con el entrenamiento, aunque las investigaciones anteriores no inspiran muchas esperanzas. Al fin y al cabo, la experiencia no siempre parece conducir a mejores resultados. No obstante, Bräuer tiene previsto seguir averiguando en qué indicios se basa la gente a la hora de juzgar una interacción social. Piense en las vocalizaciones, las expresiones faciales o el lenguaje corporal. Además, quiere estudiar cómo distintas especies, como los humanos, los perros y los monos, utilizan esas señales para comunicar agresiones. “Esperamos que esto nos permita comprender mejor las similitudes y diferencias entre estas especies”, afirma Bräuer. “Y posiblemente eso conduzca luego a una mejor comprensión de las interacciones sociales en general”.

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