Smartwatch relleno de baba resuelve problemas de fijación con la tecnología

Smartwatch relleno de limo puede ayudar con el apego a la tecnología

La estrecha relación entre usted y su móvil suele romperse rápidamente cuando sale al mercado una versión mejor. Los investigadores se preguntaron si podrían cambiar esa relación voluble dando vida, literalmente, a los dispositivos.

¿Recuerdas el Tamagotchi? La mascota virtual creó una moda mundial a finales de los años noventa. En un nuevo estudio, los investigadores han desarrollado un smartwatch que se parece un poco al viejo Tamagotchi. Solo la versión de los investigadores está realmente viva.

Problemas de apego

Los teléfonos móviles, los ordenadores portátiles y los smartwatches son compañeros constantes de la mayoría de las personas. Están en el bolsillo, en la muñeca o al alcance de la mano todos los días. Además, muchos guardan sus teléfonos a buen recaudo en la mesilla de noche durante la noche. Pero cuando estos aparatos se estropean o sale a la venta un modelo más nuevo, también lo tiramos con la misma facilidad. Esta mentalidad de usar y tirar genera pilas cada vez mayores de residuos electrónicos y, con 40 millones de toneladas al año, es la categoría de residuos que más rápido crece. Los científicos Jasmine Lu y Pedro Lopes se preguntaron si podrían cambiar esta relación voluble dando vida literalmente a los dispositivos.

Reloj inteligente lleno de baba

En el nuevo estudio, los investigadores desarrollaron un reloj inteligente relleno de un organismo unicelular conductor de la electricidad conocido como “hongo limo”. El reloj solo funciona cuando el organismo está sano, lo que requiere que el usuario le proporcione alimentos y cuidados. El organismo se coloca en una carcasa en el reloj y el usuario debe administrar regularmente una mezcla de agua y avena para estimular su crecimiento.

Reloj y pulsómetro

La gran diferencia con un Tamagotchi a la antigua usanza es que no solo tienes que cuidar del organismo, sino que tú mismo le das algún uso. Esto se debe a que el reloj inteligente está diseñado para leer la hora y medir la frecuencia cardíaca del usuario. La segunda función, sin embargo, depende de la salud del moho del limo. Cuando el organismo ha crecido lo suficiente gracias a la nutrición administrada, llega al otro lado de su carcasa y forma un circuito eléctrico que activa el pulsómetro. Sin embargo, esto solo ocurre cuando el moho de limo está sano. Si se deshidrata por falta de agua y avena, el circuito eléctrico se rompe y el pulsómetro deja de funcionar.

El organismo que los investigadores utilizaron en su estudio es el llamado Physarum polycephalum, un hongo limo. Este organismo no es ni animal, ni vegetal, ni hongo. Sin embargo, el organismo se clasificó erróneamente entre los hongos debido a sus similitudes con los hongos. El Physarum se emplea mucho en la investigación científica.

Una vez construidos los relojes, Lu y López realizaron un experimento con cinco participantes que llevaron el reloj durante quince días. El objetivo principal era determinar cómo afectaba el dispositivo vivo a la actitud del usuario hacia la tecnología.

Experimento

“La gente se vio obligada a pensar en su relación con un aparato de una forma muy interesante”, afirma Lu. Durante la primera semana, los usuarios acicalaron su smartwatch lleno de babas hasta que se encendió el pulsómetro. Después, en la segunda semana, los investigadores pidieron a los participantes que dejaran de alimentar al organismo. Durante el estudio, los participantes describieron en un diario sus sentimientos y pensamientos sobre el reloj viviente.

Mascota

Los investigadores descubrieron que los participantes se habían encariñado bastante con su smartwatch viviente. Algunos incluso se referían a él como una mascota y le habían dado un nombre. Además, muchos participantes afirmaron que este vínculo era mucho más estrecho que con una mascota virtual, como el Tamagotchi o los Sims, que pueden reiniciarse casualmente tras la muerte. Aún más sorprendente fue la reacción emocional de los participantes cuando se les pidió que descuidaran el organismo durante la segunda semana. “Los participantes se quedaron muy sorprendidos”, explica Lu. “Algunos se sentían culpables o se entristecían. Sentían que el estrecho vínculo se había roto”.

Dos vías

La gran diferencia con los smartwatches normales, Fitbits u otros dispositivos wearables, es que se utilizan con un propósito explícito. Con el smartwatch vivo, los participantes sentían que era más como una calle de doble sentido, porque también tenían que ocuparse de él. Además, se encariñaron con él porque estaba vivo. “Esto les hizo sentir que no podían simplemente tirarlo o guardarlo descuidadamente en el armario”, dijo Lu.

Lu espera que la investigación no solo inspire el desarrollo de nuevos dispositivos que funcionen con mohos de limo, sino que también anime a los diseñadores a desarrollar tecnologías que propicien un mayor apego y una interacción bidireccional. “Así, los aparatos electrónicos se sentirán menos como dispositivos desechables”, afirma Lu. Y eso bien podría resolver nuestros persistentes problemas de apego a la electrónica. Además, nos llevaría a replantearnos la forma en que interactuamos con la tecnología. “Gran parte de la investigación sobre interacción persona-ordenador está motivada por la idea de hacer las cosas más fáciles de usar y más rápidas”, dice Lopes. “Pero creemos que en realidad debería haber más fricción. Si tienes que cuidarla y alimentarla todos los días, empiezas a pensar en ella de otra manera”.

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