Cáncer: alimentos sin grasa reducen crecimiento tumoral en algunos casos

Una alimentación bajo en grasa puede reducir el crecimiento tumoral en algunos tipos de cáncer, según investigaciones

Siempre se ha pensado que la dieta tiene poco o ningún impacto en el crecimiento del tumor y en el riesgo de metástasis, pero la ciencia médica está volviendo lentamente sobre ello.

Una nueva investigación ha demostrado que una dieta sin grasas combinada con fármacos reductores de grasas puede desempeñar un papel importante a la hora de detener o ralentizar el crecimiento de determinados tipos de cáncer. Un equipo de la Universidad de Adelaida se ha asociado con la Universidad de Stanford para averiguar por qué los cánceres con una mutación genética concreta son adictos a las grasas y cómo los oncólogos pueden utilizar este conocimiento para tratar a los pacientes con cáncer.

Energía procedente de las grasas

El Dr. Daniel Thomas, de Adelaida, explica las formas en que la obesidad de estos llamados tumores IDH1 puede usarse para detenerlos o ralentizarlos, e impedir que se extiendan las metástasis. “Los tumores IDH1 obtienen su energía de la grasa y no del azúcar. La mayoría de los cánceres absorben glucosa y, si hay suficiente oxígeno, la convierten en energía (glucólisis aeróbica). Es el famoso efecto Warburg. Los tumores que estudiamos son incapaces de emplear el efecto Warburg. Fue un descubrimiento sorprendente y ofrece esperanzas para un tratamiento específico”, afirmó Thomas.

“Repetimos un experimento alimentario para toda una serie de tipos de cáncer, comparando una dieta normal con otra completamente libre de grasas. Nos sorprendió descubrir que los tumores con IDH1 en su acervo genético ya no podían hacer nada sin lípidos”, afirma Thomas. “A diferencia de otros tumores, los cánceres con mutaciones en IDH1 son adictos a los lípidos”.

Mutación desagradable

IDH1 es una mutación desagradable que reprograma la célula. Es frecuente en el cáncer de sangre (leucemia mieloide aguda), una forma de cáncer óseo (condrosarcoma), el cáncer de vías biliares y un tipo de cáncer cerebral de crecimiento relativamente lento (glioma de bajo grado). La buena noticia es que el equipo de Thomas sigue encontrando puntos débiles ocultos en los cánceres IDH1 que pueden aprovecharse para curar a los pacientes o darles una mejor esperanza de vida.

“En nuestros experimentos de laboratorio, en los que se estudiaron células tumorales vivas fuera del organismo, no se observó ningún crecimiento cuando los lípidos no flotaban a su alrededor. Esto fue muy sorprendente. En nuestros experimentos con ratones vivos, los tumores crecían más lentamente cuando los ratones seguían una dieta sin lípidos”, suena prometedor.

No desaparece, pero ralentiza

“Una dieta sin grasas no hará desaparecer por completo un tumor, porque las células cancerosas pueden seguir absorbiendo grasas de las células moribundas vecinas. Sin embargo, sí frena el crecimiento de nuevos tumores y parece reducir en gran medida el riesgo de nuevas metástasis. La prevención es uno de nuestros principales objetivos. Esto significa que una dieta baja en lípidos combinada con fármacos hipolipemiantes podría ser muy eficaz para prevenir la recaída cuando un paciente está en remisión”, explica Thomas.

Lo bueno es que no se trata de un efecto temporal. “No observamos ninguna adaptación o habituación de las células tumorales en los experimentos de laboratorio. Parece que no pueden existir sin lípidos. Nunca hemos visto un tumor IDH1 que pudiera crecer en condiciones libres de lípidos. Esto es muy inusual en las células cancerosas. Los tumores similares que no tienen la mutación IDH1 crecen fácilmente si no hay lípidos alrededor. Lo mismo ocurre con las metástasis”.

Efecto de la nutrición ignorada durante demasiado tiempo

Pero no es fácil que los tumores IDH1 se conviertan en otra cosa. “Por eso muchos tumores IDH1 son curables si llegamos a ellos lo bastante pronto con radioterapia (tumores cerebrales) o el fármaco venetoclax (leucemia). Las posibles metástasis también dependerán de los lípidos. Sería estupendo que observáramos lo mismo en los cánceres de vías biliares con mutaciones en IDH1. Esto podría ser una tabla de salvación para pacientes que antes parecían fuera de tratamiento”, dice Thomas, esperanzado.

La investigadora considera fascinante que distintos tipos de cáncer respondan de forma diferente a determinadas dietas. “Vemos lo mismo con los probióticos, los inhibidores del punto de control (inmunoterapia), la mutación TET2 y la vitamina C. La dieta realmente importa, pero hemos ignorado el efecto de los alimentos durante décadas. Es el principio de una revolución en la dietética oncológica”.

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