La civilización podría ser diezmada por una supererupción volcánica, advierten los científicos

Los volcanes son una amenaza mayor que los Meteoritos o asteroides, la civilización podría desaparecer por una erupción volcánica

Los supervolcanes son un peligro mayor para la humanidad que los impactos de asteroides o cometas asesinos. Ya estuvieron a punto de eliminar nuestra especie de la faz de la tierra una vez. Sin embargo, prestamos una atención mínima a sus amenazas, advierten los científicos en la revista Nature.

Incluso si la civilización no se destruye a sí misma a través de la guerra, el cambio climático o sucumbe a una pandemia de coronavirus, seguirá enfrentándose a otras amenazas existenciales para las que debería estar preparada.

¿Asteroides? ¿Cometas? Los volcanes son más peligrosos 

Son muchos los peligros que acechan a la humanidad. Amenazaron a la especie humana antes de que tuviera tiempo de multiplicarse en miles de millones.

Los asteroides o los cometas son los más mencionados. Se recuerda que una roca espacial puso fin a la era de los dinosaurios en la Tierra hace 65 millones de años.

Pero Michael Cassidy, profesor de vulcanología de la Universidad de Birmingham, y Lara Mani, investigadora del Centro para el Estudio de los Riesgos Existenciales de la Universidad de Cambridge, sugieren que deberíamos prestar atención a otra amenaza más grave que podría significar el día del juicio final: las erupciones de los "supervolcanes".

Un supervolcán es el nombre que recibe un volcán capaz de arrojar más de mil kilómetros cúbicos de magma y cenizas volcánicas cuando entra en erupción. Algunos ejemplos de volcanes de esta categoría son el Toba (Indonesia), Yellowstone y Garita (Estados Unidos), Campi Flegrei (Italia) y Whakamaru y Taupo (Nueva Zelanda).

"Mientras tratamos de predecir nuestro propio día del juicio final, recordamos el destino de los dinosaurios, invertimos en la vigilancia de los asteroides y tratamos de desviarlos", recuerdan Cassidy y Mani en un artículo para la revista revisada por pares Nature. Pero, advierten, "un peligro mayor acecha justo bajo nuestros pies: los volcanes".

En el próximo siglo, "las erupciones volcánicas a gran escala serán cientos de veces más probables que los impactos de asteroides y cometas destructivos".

Una fuerza destructiva en un paisaje pintoresco

La misión de la agencia espacial estadounidense NASA, conocida por las siglas DART (Double Asteroid Redirection Test), probará en septiembre si es realista que el impacto de una nave espacial desvíe de su órbita un asteroide que se dirija a nuestro planeta. El experimento costará 330 millones de dólares.

Cassidy y Mani consideran que la inversión merece la pena. Pero señalan que no hay una inversión comparable en la preparación para una supererupción. "Esto debe cambiar", escriben en Nature.

Los científicos explican la escasa atención prestada a la amenaza de las supererupciones diciendo que los volcanes "son menos exóticos que las bolas de fuego del espacio exterior".

Sin embargo, a diferencia de los asteroides y los cometas, están dispersos por todo el planeta. No obstante, a menudo quedan oscurecidos por un paisaje pintoresco que oculta su capacidad destructiva y nos da una falsa sensación de seguridad.

La gente ha visto varias erupciones espectaculares en los tiempos modernos, la más reciente la erupción del volcán Hunga Tonga en una zona remota del Pacífico Sur el año pasado.

Sin embargo, todas estas erupciones palidecen en comparación con las supererupciones de magnitud 8, la calificación más alta en el índice de actividad volcánica. Los científicos estiman que se producen de media una vez cada 15 000 años.

El mencionado volcán Hunga Tonga está detrás de una supererupción de hace 75 000 años que se cree que es la erupción volcánica más potente en 27 millones de años. Miles de millones de toneladas de dióxido de azufre se liberaron en el aire y se convirtieron en ácido sulfúrico en las nubes. La lluvia ácida cayó sobre la Tierra.

A continuación se produjo la última gran extinción de la historia. La prometedora especie humana quedó diezmada a entre 5000 y 10 000 individuos.

Lo que falta es la historia y los nuevos datos

Estadísticamente hablando, la última supererupción llega tarde. El último golpe fue hace 22 000 años. En 1815 se produjo una erupción de magnitud 7 excepcionalmente potente. Fue entonces cuando el volcán Tambora, en Indonesia, explotó y mató a unas 100 000 personas.

Las cenizas y el humo redujeron la temperatura global en una media de un grado centígrado, provocando un "año sin verano". La erupción provocó bajas cosechas, hambrunas, epidemias y violencia.

Sin embargo, a principios del siglo XIX, había algo menos de mil millones de personas en la Tierra. Hoy en día, la población del planeta se acerca a los ocho mil millones. Cassidy y Mani señalan que algunas grandes zonas urbanas han florecido cerca de volcanes peligrosos.

Los científicos señalan que la historia de muchos volcanes sigue siendo desconocida, lo que dificulta la predicción de futuras erupciones y la concentración de recursos donde los riesgos son mayores. "Se necesita más investigación, y también hay que completar el registro histórico y geológico", advierten Cassidy y Mani en Nature.

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