La evolución de las especies es más rápida de lo que pensábamos

La evolución de los distintas especies de animales parece ir más rápido de lo que creíamos

Probablemente, Charles Darwin se sorprendería al ver los resultados de las nuevas investigaciones que demuestran que la evolución avanza a un ritmo elevado.

La evolución es probablemente hasta cuatro veces más rápida de lo que hemos supuesto hasta ahora. Así lo afirma un grupo de científicos especializados en evolución en un nuevo estudio publicado en la revista Science. No está del todo claro qué es lo que ha hecho que la evolución vaya a más rápido.

La evolución tiene mucho combustible

Charles Darwin creía que la evolución es un proceso lento. Pero los científicos han observado en el pasado que, en ciertos casos, puede producirse un cambio significativo en una especie en cuestión de años.

El ritmo de evolución de una especie depende de muchas cosas, una de las cuales es la variación del genoma. En pocas palabras, cuantos más genes diferentes haya en una especie, más rápida puede ser su evolución. Y lo contrario también es cierto: cuanto más parecidos son los representantes de una especie, más lenta es la evolución.

La razón de la velocidad variable en función de la diversidad genética es que, en el nivel más básico, la evolución es en realidad una competencia de rasgos diferentes entre individuos. Y estos rasgos provienen precisamente de los genes. Cuantos más rasgos, más competencia.

Y esto es también el ritmo más rápido de la selección natural, que clasifica los rasgos en inútiles y útiles. Los autores del nuevo estudio llaman a esta diversidad el "combustible de la evolución" y, según sus conclusiones, hay más que suficiente de ese combustible en este momento.

Los científicos llegaron a esta conclusión analizando los datos de 19 grupos de fauna salvaje de todo el mundo que los expertos han ido recopilando durante hasta 30 años. Esto les permitió comparar la información sobre los nacimientos, las muertes, el apareamiento y la descendencia con la información genética de especies específicas. Entre ellos, el piquero de patas azules (procedente de una población de Australia), la hiena manchada (Tanzania), el gorrión cantor (Canadá) y el ciervo europeo (procedente de una población de Escocia).

"Nuestro método nos ha permitido medir la tasa de evolución reciente en respuesta a la selección natural para todos los rasgos de una población. Eso es algo que no habíamos podido hacer antes", cita la revista Science Alert al ecólogo evolutivo Timothée Bonnet, de la Universidad Nacional de Australia, que participó en el citado estudio.

Los investigadores analizaron la tasa de evolución adaptativa, es decir, la rapidez con la que la selección natural se traduce en cambios evolutivos en las especies individuales. Se han necesitado tres años para revisar los datos. Al final, se llevaron una sorpresa. Comprobaron que el ritmo de evolución era en algunos casos hasta cuatro veces mayor de lo que habían previsto.

"Un ejemplo común de evolución adaptativa rápida es la polilla del abedul de alas rugosas, una polilla que era predominantemente blanca en Inglaterra antes de la Revolución Industrial. Como la contaminación dejaba hollín negro en los árboles y edificios, las polillas negras tenían una ventaja de supervivencia, era más difícil que los pájaros las detectaran, y así estas polillas se convirtieron en dominantes", explica Timothée Bonnet.

Esto sugiere que una evolución más rápida puede deberse en algunos casos a la intervención humana en los sistemas naturales.

¿Se adaptarán al cambio climático?

Sin embargo, la visión de la evolución como un concurso de diversidad de genes que destaca el estudio tiene un escollo: el número de genes diferentes no es el único criterio de selección para la evolución.

El árbol evolutivo del naturalista de Charles Darwin, está basado en que todos los animales tienen un ancestro en común
El naturalista Charles Darwin (1809-1882) sobre el árbol evolutivo. El árbol evolutivo se basa en la tesis de que todos los seres vivos están relacionados, las especies evolucionan a partir de ancestros comunes y, por tanto, el árbol se ramifica. La tesis se formuló por primera vez en el libro de Darwin Sobre el origen de las especies, publicado en 1859. El libro contenía la teoría de la selección natural, basada en la supervivencia y reproducción de los individuos mejor adaptados a las condiciones en que viven.

Lo que es un rasgo ventajoso en una situación (por ejemplo, un color de pelaje blanco en el Polo Norte) puede ser una desventaja si las condiciones cambian (por ejemplo, un color de pelaje blanco en el Polo Norte que se ha derretido).

Así, la ventaja o desventaja de los rasgos (y sus genes) es relativa y puede cambiar. Por lo tanto, es útil que una especie tenga genes más variados porque puede tener guardado un rasgo que será más ventajoso en una nueva era. Un exceso de uniformidad en una especie también puede favorecer las enfermedades genéticas.

Incluso la mirada más reciente al ritmo de la evolución no nos da una imagen completa de la misma. Si la evolución es más rápida hoy en día, puede ser un cambio relativamente reciente. Sin embargo, la mayor diversidad de especies permite esperar que muchos animales sean capaces de adaptarse al cambio climático.

Artículo Anterior Artículo Siguiente

Formulario de contacto