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Así de barato resulta alquilar un ejército de bots según una investigación de Cambridge
lunes, diciembre 15, 2025

Así de barato resulta alquilar un ejército de bots según una investigación de Cambridge

Pantalla de teléfono móvil con múltiples aplicaciones abiertas mientras una mano escribe mensajes, simbolizando actividad coordinada de cuentas y bots en redes sociales.

Un nuevo índice desarrollado por la Universidad de Cambridge expone con datos inéditos el precio real de los ejércitos de cuentas falsas que operan en redes sociales y plataformas digitales de todo el mundo, revelando una economía clandestina sorprendentemente barata, altamente profesionalizada y con un impacto directo en el comercio, la reputación online y los procesos democráticos.

Las cuentas falsas y los bots han dejado de ser una molestia marginal para convertirse en una infraestructura global al servicio de la manipulación digital. Desde la promoción artificial de productos hasta campañas coordinadas de desinformación política, estas redes operan a gran escala y con una eficiencia que hasta ahora solo podía intuirse. Una investigación académica reciente aporta por primera vez cifras precisas sobre cuánto cuesta comprar influencia falsa en internet, país por país y plataforma por plataforma.

El trabajo ha sido liderado por un equipo de la Universidad de Cambridge, que esta semana presentó una herramienta pública diseñada para arrojar luz sobre un mercado deliberadamente opaco. El proyecto no solo cuantifica precios, sino que permite observar en tiempo real cómo fluctúan en función de eventos sociales, regulaciones nacionales o picos de demanda asociados a elecciones y crisis políticas.

Un índice para medir la manipulación digital

El eje central del estudio es el lanzamiento del Cambridge Online Trust and Safety Index, conocido como COTSI. Se trata de una plataforma que monitoriza diariamente el coste de adquirir cuentas falsas, verificaciones por SMS y servicios asociados en más de 500 plataformas digitales, entre ellas Facebook, TikTok, Instagram, X, Amazon, LinkedIn, WhatsApp, Telegram y aplicaciones de citas como Tinder.

El índice cubre prácticamente todos los países del mundo y se alimenta de datos obtenidos a partir de mercados clandestinos, foros especializados y proveedores de servicios ilegales que operan abiertamente en la web. El resultado es un mapa global de la economía de los bots que permite comparar precios, disponibilidad y calidad de las cuentas falsas según el contexto local.

La metodología y los principales hallazgos han sido publicados en la revista científica Science, donde los autores detallan cómo lograron sistematizar una actividad diseñada precisamente para no dejar rastro. Según explican, el análisis se apoya en miles de observaciones recogidas durante meses, lo que permite identificar patrones estables más allá de casos aislados.

Cuánto cuesta un bot según el país

Uno de los resultados más llamativos del estudio es la enorme disparidad de precios entre países. Contra la intuición habitual, las verificaciones necesarias para crear cuentas falsas en Estados Unidos y el Reino Unido se encuentran entre las más baratas del mundo, con costes comparables a los de Rusia.

Según los datos analizados, una verificación por SMS para crear un perfil falso cuesta de media 0,26 dólares en Estados Unidos, 0,10 dólares en el Reino Unido y apenas 0,08 dólares en Rusia. En contraste, países con regulaciones más estrictas sobre tarjetas SIM o con requisitos de identificación obligatoria presentan precios mucho más elevados. Japón encabeza la lista con un coste medio de 4,93 dólares por verificación, seguido de Australia con 3,24 dólares.

Estas diferencias no responden a una mayor sofisticación tecnológica, sino al precio y control de las tarjetas SIM locales. Allí donde obtener un número de teléfono es barato y sencillo, la creación masiva de cuentas falsas se vuelve extremadamente accesible.

Elecciones y picos de demanda

El índice COTSI también permite observar cómo el mercado reacciona a acontecimientos políticos. En los periodos previos a elecciones nacionales, los precios de las verificaciones en aplicaciones como WhatsApp y Telegram aumentan de forma consistente entre un 12 y un 15 por ciento.

Este encarecimiento temporal refleja un incremento de la demanda de cuentas falsas listas para operar en campañas de influencia. A diferencia de redes como Facebook o Instagram, donde el origen geográfico de un usuario es más fácil de disimular, las aplicaciones de mensajería suelen estar vinculadas a números visibles, lo que obliga a los operadores a adquirir verificaciones locales y eleva el coste.

“Vemos señales claras de operaciones de influencia altamente organizadas, que se activan en momentos políticamente sensibles”, explica Jon Roozenbeek, investigador principal del proyecto. “El mercado responde como cualquier otro: cuando aumenta la demanda, suben los precios”.

Qué se compra realmente en estos mercados

El estudio muestra que no se trata solo de cuentas vacías. Los proveedores ofrecen paquetes completos que incluyen seguidores falsos, reseñas inventadas, interacciones automáticas y bots capaces de mantener conversaciones aparentemente humanas. Estas herramientas se utilizan tanto para inflar artificialmente la popularidad de contenidos como para generar polémica deliberada, una práctica conocida como rage bait, que explota los algoritmos de recomendación al provocar reacciones intensas.

Los precios son sorprendentemente bajos. Crear una cuenta falsa en plataformas como Meta, Grindr o Shopify cuesta alrededor de 0,08 dólares. En X e Instagram el precio ronda los 0,10 dólares, mientras que TikTok y LinkedIn se sitúan en torno a 0,11. Incluso Amazon, donde las reseñas influyen directamente en las ventas, aparece con un coste medio de 0,12 dólares por cuenta.

La investigación subraya que estos precios permiten operar a una escala masiva con inversiones relativamente modestas, lo que explica la proliferación de campañas coordinadas tanto comerciales como políticas.

El papel clave de las SIM-farms

Detrás de cada cuenta falsa hay un número de teléfono y, por tanto, una tarjeta SIM. Las llamadas SIM-farms constituyen la infraestructura básica de esta economía clandestina. Se trata de instalaciones que albergan cientos o miles de tarjetas SIM, físicas o virtuales, capaces de recibir y reenviar automáticamente códigos de verificación por SMS.

“Todo empieza con un número de teléfono y el hardware que lo respalda”, señala Roozenbeek. “Eso nos da una ventana directa a la economía oculta de la manipulación online”. Estas granjas permiten alquilar verificaciones para países específicos, algo esencial cuando las plataformas imponen restricciones geográficas. El estudio identifica un uso intensivo de verificaciones asociadas a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Brasil, países que concentran una parte significativa del tráfico y la atención global.

Desinformación, pero no solo política

Aunque la desinformación política es uno de los usos más preocupantes, los investigadores destacan que la mayoría de las transacciones en estos mercados están vinculadas a actividades comerciales y reputacionales. Falsas reseñas de productos, perfiles inflados en aplicaciones de citas, cuentas múltiples en servicios de transporte o videojuegos y manipulación de métricas en redes sociales forman parte del día a día de esta industria.

Anton Dek, miembro del equipo de Cambridge, subraya que seguir el rastro del dinero resulta revelador. “Gran parte del contenido falso tiene una dimensión política, pero casi todas las formas de actividad fraudulenta pasan por estos mismos mercados. Donde hay un incentivo económico, aparecen los bots”. Las plataformas más afectadas, según el análisis, incluyen X, Uber, Discord, Amazon, Tinder y Steam, lo que demuestra que el fenómeno va mucho más allá de las redes sociales tradicionales.

Una industria profesionalizada y desigual

La calidad de los servicios ofrecidos varía de forma considerable. En algunos proveedores, solo el 21 por ciento de las verificaciones funcionaba correctamente en pruebas realizadas con cuentas estadounidenses de Facebook. En otros casos, la tasa de éxito superaba el 90 por ciento. Esta variabilidad genera un mercado competitivo, con proveedores que se especializan en determinados países o plataformas.

El estudio observa una correlación clara entre el precio de las SIM en un país y el nivel de abuso detectado. Allí donde las tarjetas son caras y están fuertemente reguladas, los precios de las cuentas falsas aumentan y la cantidad de actividad fraudulenta disminuye, aunque no desaparece por completo.

Inteligencia artificial y bots más humanos

Otro factor que preocupa a los investigadores es el papel creciente de la inteligencia artificial generativa. Los bots actuales no se limitan a publicar mensajes repetitivos, sino que pueden adaptar su tono, responder a otros usuarios y sostener interacciones creíbles durante largos periodos.

“Los bots son más humanos que nunca”, advierte Roozenbeek. “Eso los hace más eficaces y mucho más difíciles de detectar, tanto para las plataformas como para los usuarios”. Esta evolución tecnológica reduce aún más las barreras de entrada para quienes buscan manipular conversaciones online, amplificando el impacto potencial de inversiones relativamente pequeñas.

Una herramienta para reguladores y plataformas

El objetivo declarado del índice COTSI no es solo describir el problema, sino ofrecer una herramienta práctica para evaluar políticas públicas. Al mostrar precios y disponibilidad en tiempo real, el índice permite medir si medidas como controles más estrictos sobre las tarjetas SIM o cambios en los sistemas de verificación tienen un efecto real sobre el mercado clandestino.

Sander van der Linden, otro de los investigadores involucrados, resume la filosofía del proyecto: “Hacer visible esta economía oculta es un primer paso esencial. Si entendemos cuánto cuesta manipular el debate público, podemos empezar a desmantelar el modelo de negocio que lo hace posible”.

La información difundida por la Universidad de Cambridge a través de comunicados científicos y plataformas de divulgación académica refuerza esta idea, destacando que la transparencia es una herramienta clave frente a una industria que prospera en la sombra.

En conjunto, los hallazgos dibujan un panorama inquietante: la manipulación digital a gran escala no solo es técnicamente posible, sino también extraordinariamente barata. Y mientras los incentivos económicos sigan siendo tan claros, la batalla contra los ejércitos de bots seguirá siendo uno de los grandes retos de la era digital.

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