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Analgésicos comunes como el ibuprofeno y el paracetamol podrían estar impulsando la resistencia a los antibióticos
viernes, agosto 29, 2025

Analgésicos comunes como el ibuprofeno y el paracetamol podrían estar impulsando la resistencia a los antibióticos

Tabletas de ibuprofeno y paracetamol sobre una mesa, representando el uso común de analgésicos vinculados con resistencia a antibióticos.

El ibuprofeno y el paracetamol, medicamentos de uso cotidiano en millones de hogares, podrían estar desempeñando un papel inesperado y preocupante en la expansión de la resistencia a los antibióticos, una de las mayores amenazas actuales para la salud pública mundial.

El avance fue descrito en un artículo publicado en la revista npj Antimicrobials and Resistance, donde investigadores analizaron como medicamentos de consumo masivo, entre ellos analgésicos tan comunes como el ibuprofeno y el paracetamol, podrían estar favoreciendo que bacterias intestinales se vuelvan resistentes a los tratamientos antibióticos. Esta conexión añade un nuevo nivel de complejidad a un problema que ya provoca millones de muertes cada año en todo el mundo y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado como una de las principales amenazas para la humanidad.

La resistencia a los antibióticos ya no es un fenómeno lejano ni un riesgo futuro: es una realidad presente. Un estudio global publicado en The Lancet en 2022 reveló que en 2019 la resistencia bacteriana estuvo implicada en 4,95 millones de muertes, de las cuales 1,27 millones fueron consecuencia directa de infecciones resistentes a antibióticos. Este escenario muestra hasta qué punto la eficacia de los antibióticos, pilar de la medicina moderna, está en entredicho.

Una amenaza creciente que va más allá del uso de antibióticos

Hasta ahora, el aumento de la resistencia bacteriana se atribuía principalmente al abuso y mal uso de antibióticos, tanto en pacientes como en el ámbito de la ganadería intensiva. La prescripción excesiva, la automedicación y el uso profiláctico en animales han contribuido a que bacterias comunes como Escherichia coli o Klebsiella pneumoniae se vuelvan cada vez más difíciles de tratar.

Sin embargo, la nueva investigación sugiere que otros medicamentos ajenos a los antibióticos, como los analgésicos más consumidos del planeta, podrían estar potenciando el problema. Esto significa que la resistencia bacteriana no sería únicamente el resultado del uso directo de antibióticos, sino también de interacciones farmacológicas que hasta ahora habían pasado desapercibidas.

Los científicos advierten que este hallazgo debería llevarnos a reconsiderar cómo interactúan los fármacos más utilizados entre sí y con las bacterias presentes en nuestro organismo, especialmente en el intestino, donde conviven millones de microorganismos que influyen en la salud humana.

El estudio: bacterias, antibióticos y analgésicos comunes

El trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Australia del Sur, se centró en el análisis de la bacteria Escherichia coli, un patógeno responsable de infecciones urinarias y gastrointestinales, y su respuesta al antibiótico ciprofloxacino, uno de los más prescritos a nivel mundial.

En condiciones de laboratorio, los científicos cultivaron bacterias durante 48 horas en presencia del antibiótico y de nueve medicamentos de uso común, entre ellos ibuprofeno, paracetamol, diclofenaco, tramadol y temazepam. El resultado fue alarmante: cuando E. coli estuvo expuesta simultáneamente a ciprofloxacino y a ibuprofeno o paracetamol, desarrolló un número significativamente mayor de mutaciones genéticas que cuando se encontraba solo frente al antibiótico.

La investigadora Rietie Venter explicó que “cuando las bacterias fueron expuestas al ciprofloxacino en combinación con ibuprofeno y paracetamol, desarrollaron más mutaciones genéticas que les permitieron crecer más rápido y volverse altamente resistentes”. Lo más inquietante, añadió, fue que “no solo se hicieron resistentes al ciprofloxacino, sino que también mostraron resistencia frente a otros antibióticos”.

Este fenómeno, conocido como resistencia cruzada, agrava el problema porque significa que una bacteria expuesta a una combinación de fármacos puede acabar siendo inmune a varios antibióticos de diferentes clases.

Concentraciones reales en el organismo

Un aspecto clave del estudio es que, a diferencia de investigaciones previas que trabajaban con dosis extremadamente altas de analgésicos, en este caso se utilizaron concentraciones equivalentes a las que realmente se encuentran en los intestinos tras la ingesta normal de ibuprofeno o paracetamol.

Esto implica que el riesgo de generar resistencia no depende de un consumo exagerado, sino de situaciones cotidianas en las que una persona toma estos fármacos para tratar dolor, fiebre o inflamación. El efecto parece ser aún más fuerte cuando ambos medicamentos se consumen al mismo tiempo, un hábito frecuente dado que muchas personas combinan paracetamol e ibuprofeno para obtener un alivio más rápido o prolongado.

Este hallazgo refuerza la necesidad de evaluar la interacción entre medicamentos comunes y bacterias intestinales, ya que lo que hasta ahora se consideraba un consumo inocuo podría estar teniendo consecuencias de gran alcance en la salud pública.

Cómo los analgésicos fortalecen a las bacterias

El estudio también ofrece pistas sobre los mecanismos que permiten a las bacterias resistir mejor a los antibióticos cuando coexisten con analgésicos. Según los investigadores, tanto el ibuprofeno como el paracetamol activan mecanismos de defensa bacteriana que incrementan la expulsión de antibióticos desde el interior de las células microbianas.

Este sistema, conocido como “bombas de expulsión”, hace que los fármacos antibacterianos permanezcan menos tiempo dentro de las bacterias, reduciendo su eficacia. “Ibuprofeno y paracetamol activan los sistemas de defensa de las bacterias, lo que les permite bombear los antibióticos fuera de sus células y reducir así su efectividad”, señaló Venter.

Este proceso no solo acelera la aparición de resistencia, sino que además podría explicar por qué en algunos pacientes los tratamientos con antibióticos resultan menos efectivos de lo esperado, incluso cuando siguen las pautas médicas al pie de la letra.

Implicaciones para hospitales y residencias

Las conclusiones del estudio adquieren especial relevancia en contextos donde el consumo simultáneo de múltiples medicamentos es habitual, como hospitales y residencias de mayores.

Venter advierte que en estos entornos “los pacientes suelen recibir una combinación de fármacos: antibióticos, analgésicos, medicinas para dormir o para controlar la presión arterial, lo que crea un ambiente ideal para que las bacterias intestinales desarrollen resistencia”.

Esto supone un reto adicional para el control de infecciones en pacientes hospitalizados o en adultos mayores, que ya son poblaciones vulnerables a infecciones graves. La coexistencia de múltiples fármacos en el organismo podría estar facilitando la emergencia de bacterias multirresistentes en estos lugares.

No se trata de dejar de usar analgésicos, sino de mayor conciencia

A pesar de lo alarmante de los hallazgos, los investigadores subrayan que no se debe interpretar este estudio como una llamada a dejar de consumir analgésicos de uso común. Tanto el ibuprofeno como el paracetamol son fármacos seguros y efectivos cuando se emplean correctamente y bajo supervisión médica.

“Esta investigación no busca demonizar los analgésicos, sino recordarnos que debemos ser conscientes de cómo interactúan con otros medicamentos, especialmente los antibióticos”, aclaró Venter. La clave está en comprender que el problema de la resistencia es más complejo de lo que se pensaba y que puede estar influido por más factores de los que hasta ahora se habían considerado.

La necesidad urgente de más investigación

El estudio abre la puerta a nuevas preguntas sobre cómo otros medicamentos de uso habitual podrían estar afectando a la eficacia de los antibióticos. Los autores abogan por ampliar la investigación a fármacos consumidos de manera crónica, como los antihipertensivos, antidepresivos o hipnóticos.

“Solo con más estudios podremos entender en qué medida la interacción entre diferentes fármacos puede estar socavando los tratamientos antibióticos”, señalaron los investigadores en su artículo. Esta información será crucial para que médicos y farmacéuticos puedan tomar decisiones más informadas a la hora de prescribir combinaciones de medicamentos.

Además, el trabajo refuerza la necesidad de políticas de salud pública que no solo regulen el uso de antibióticos, sino que también evalúen el impacto de otros medicamentos en el desarrollo de resistencia bacteriana.

Un reto global que exige acción inmediata

La resistencia a los antibióticos es considerada por la OMS como una de las diez mayores amenazas a la salud pública global. La pérdida de eficacia de estos fármacos pone en riesgo procedimientos médicos tan rutinarios como cirugías, trasplantes, tratamientos oncológicos o incluso partos, que dependen de la disponibilidad de antibióticos efectivos para prevenir infecciones.

La evidencia de que analgésicos comunes podrían estar alimentando esta crisis añade una nueva capa de urgencia a un problema que ya está costando millones de vidas. Los investigadores coinciden en que la única salida es una acción global coordinada que incluya educación, vigilancia, nuevas estrategias terapéuticas y una gestión más responsable no solo de los antibióticos, sino también de otros medicamentos de uso cotidiano.

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